martes, 8 de marzo de 2016

Gracias, mil gracias mi querida compañera




No puedo cerrar los ojos y despedirme del día sin darte gracias, mil gracias, en silencio, sin palabras, solo mirando tus ojos en mis hijas, hoy te estoy agradecido aunque no te diga nada.

 Hoy es un día cualquiera, un día más, sin justicia, sin ninguna recompensa, día de lucha sin tregua para labrar un futuro más difícil y más duro por ser mujer,  madre, hija y por ser la compañera, por trabajar sin descanso para cambiar en la tierra la injusticia sin sentido de medirnos por el sexo. 

Gracias por ser luchadora, por exigir tus derechos y por darnos tantas cosas, desde el pecho de pequeños, los sueños de jovenzuelos, los hijos ya de mayores y los recuerdos de viejos

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