lunes, 22 de febrero de 2016

¡Con los ojos abiertos! ¡Con los ojos abiertos por favor!


Una vez más Jordi Évole nos abre los ojos y nos descubre la realidad del planeta capitalizado, de las víctimas del consumo chabacano y desenfrenado,  en esta ocasión de la industria textil, de las marcas, de la moda en su raíz más profunda;  su confección,  nos habla del crecimiento de las naciones oprimidas y exprimidas, de la creación de riqueza en el Quinto Mundo (hacia el Tercero estamos encarrilados nosotros y ya llama a sus puertas  Grecia, primero corrompida desde el vértice de la pirámide, después  ultrajada, saqueada, gracias a las políticas neoliberales de sus gobernantes,  del FMI, BM, BE, UE…, a las mafias instaladas en Europa y a las mismas multinacionales que esclavizan a camboyanos, chinos, hindúes…  

Es indigerible contemplar la esclavitud de los niños, de los mismos niños con otro tono en la piel, pero con los mismos ojos interrogantes y acusadores, los niños que defendemos de guiñoles en Europa rasgándonos las vestiduras por presuntos escándalos que contaminen sus mentes inocentes,  estaremos alerta para defenderlos siempre que no se trate de niños inmigrantes, de los que han desaparecido diez mil  en nuestro continente sin que los echemos en falta, niños de Siria, Irak, Afganistán, esos son retenidos en campos de concentración, cercados por vallas, concertinas, alambradas, policías…  no pueden escapar de su tragedia, de los bombardeos, de los asesinatos, de la máquina de matar que se justifica con el Nuevo Orden Mundial y se engrasa con combustibles fósiles. No pueden pasar, a alguien hay que echarle la culpa de la esquilmación de los fondos públicos por el gobierno de turno.
Jordi nos habla de niños  que en realidad son abandonados a una suerte sin futuro en Camboya y condenados a una vida sin presente, atados a una máquina de coser en condiciones inhumanas, que justifican su explotación laboral con rebuznos como  “de esta manera se les protege de una explotación sexual” explotación  ejercida también masivamente por  altas clases suciales  que justifican  su esclavitud laboral, esas altas élites de buitres  que esquilman su tierra y los convierten en esclavos, los que permiten el blanqueo de las monedas ensangrentadas en paraísos fiscales.  El cinismo llega a cotas escalofriantes en estas castas mafiosas y contra las que los hombres de bien tienen el deber moral de enfrentarse y condenar como habitualmente hace desde La Sexta Évole, un periodista consecuente con sus principios, incorrupto e inflexible con las mafias institucionalizadas, un periodista que reconoce que como todos los ciudadanos del mundo, se ve envuelto en esta salsa descompuesta y pestilente que nos embadurna y de la que no podemos  dejar de mojar en ocasiones por estar condenados a este sistema cerrado, depredador, esquilmador y deshumanizado que nos arrastra con un caudal difícil de remontar, pero que  Évole valientemente denuncia y combate.
Tal vez no esté todo perdido, tal vez este negocio, usura de traidores que arruina cajas de ahorros, países  y reflota bancos que han timado con productos tóxicos y se han enriquecido con una burbuja inmobiliaria creada con ingeniería meticulosa de saqueador,  para enriquecerse y arruinarnos, nos haga despertar y combatir a las mafias institucionalizadas.  En seis años las clases medias hemos retrocedido quince,  anestesiados por el consumo, por la propaganda subliminal, por la información manipulada. 

Hemos retrocedido incomprensiblemente en lo esencial; vivienda, derechos, sociales, libertad de expresión, sanidad y educación pública, justicia social, estamos viviendo el estertor de la tierra madre, calcinada expoliada ante la pasividad o el regodeo de  gobernantes que lucen medallas y se cubren con banderas y laureles,  mientras permiten que esquilmen los recursos naturales y envenenen los cauces de los ríos, agoten los recursos pesqueros, hagan irrespirable el aire en las grandes ciudades y creen grandes islas artificiales de residuos tóxicos que se desplazan flotando en los océanos sembrando el desequilibrio y la muerte de los ecosistemas, islas quedelatan el enorme estercolero que se está formando bajo sus aguas contaminadas… 

Y lo peor, hemos retrocedido en empatía, caridad… prevalece el consumismo, la soberbia, la lujuria, el deseo incontrolado de saquear el patrimonio y los recursos  naturales e incluso los órganos  de los más débiles en países como La India, nos hemos aletargado mientras se trapichea con la economía desde los grandes bancos sin crear riqueza sino todo lo contrario, nos han inyectado en vena la desidia, pero tenemos que levantarnos y luchar para cambiar este mundo prostituido.

Gracias una vez más Évole 

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